Ventrílocuo

Habla de tu ayer, digitaron los dedos.
El ayer de telas y cueros entre ramas y animales.
Tejido en correrías y excites de huracán,
del dolor de desprenderte o lo que fueras.
Ahora cocido, obligándote a decir lo que no quieres.

Di esto y lo otro, di que estas feliz y que emocionas,
que a la ausencia de la sangre eres inerte y que la savia
de tu piel era tormento quemante en nervadura.
Hacer fotosíntesis ¿Para qué? ¿Para ser comido?
Estar en lo más bajo y en la anchura piramidal viviente.
Ser bestia mordaz, rapaz, deglutir, luego la siesta,
después, después morir en silencios de campaña de caza.

A las ruecas que amoldan las figuras, los hilos y agujas.
A los dedos que guían, fonemas robados en gasto inútil.
Y que rían ellos con voces a fuerza de interés monetario.
Pan y circo, más pan y circo.
Lávate la cara y duerme, enjuga las gotas y reposa, payaso.

¡Háblame!
¿Cómo estás?
¿Estoy como tú quieras?
Mueve los dedos izquierda y derecha, arquea al Norte
y estaré feliz, fácilmente sonriente. Yo seré, seré un deleite.

¡Llora muñeco! Solloza, como sólo tú lo sabes.
¿Precisas recuerdos?
Roba recuerdos raquídeos, de cara paralítica
a espejos de tela cual reflejos mágicos.

Eduardo Matamoros
15/12/2008

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